Tiburones martillo
Foto cortesía de Tanya Houppermans, fotógrafa submarina de reconocida trayectoria mundial. Tiburón martillo gigante en Bahamas 2016 (Sphyrna mokarran). 

Por Fernando Frias Reis, fernandotiburones@gmail.com. Shark Advocate en las organizaciones: Alianza Tiburones Canarias, Sharks Atlantic Platform y Sharks Educational Institute.

Efectivamente, por la forma de su cabeza en “T” o “martillo”, estos raros animales presentan probablemente el aspecto más inusual, que los hace fácilmente reconocibles entre todos los tiburones. Como seguiremos aprendiendo con esta popular familia de las cornudas, como también son llamados los tiburones martillo en España y Portugal, genéricamente los tiburones son unos peces muy especiales. Actualmente están científicamente identificadas más de 520 especies de este grupo de peces, pero todavía muy poco se conoce de ellos. La imagen de los tiburones peligrosos y amenazadores que muchas veces llega a la opinión pública está principalmente basada en los mitos del miedo a lo desconocido que al cine de suspense más comercial le gusta explotar de forma tantas veces dramática.

En este espacio de información procuro compartir siempre los aspectos más verdaderos y algunos de los datos más curiosos sobre las especies de tiburones que habitan nuestros océanos, de las cuales dependemos todos.

Este mes hablamos aquí no solamente de una especie sino también de una familia de tiburones compuesta por diez especies distintas pero genéricamente conocidas como “martillos”, “cabeza de martillo” o “cornudas”.

De hecho, es frecuente oír referencias de tiburones martillo como una sola especie, como si hablándose por ejemplo de un avistamiento de uno de ellos fuera una identificación definitiva y de las más sencillas de hacer por la forma de su cabeza. Pero, a día de hoy, la verdad es que existen diez especies distintas de tiburones martillo, dividida en dos géneros: los Sphyrnidae y los Eusphyra. En el género Eusphyra existe tan solo una especie designada como “cornuda planeadora” (Eusphyra blochii), además muy fácilmente distintiva de las demás por su ancha cabeza de martillo, teniendo su hábitat en las aguas más tropicales del océano Índico y extendiéndose por toda la región del Indo-Pacífico. En el género de los Sphyrnidae encontramos a nueve de las diez especies de martillos, de las que hablaré aquí más en detalle.

De todos ellos la principal referencia es el enorme tiburón martillo gigante o cornuda gigante (Sphyrna mokarran), que desarrolla sus migraciones a través de las aguas más tropicales en todos los océanos, entre las latitudes 40º N y 35º S. Los buceadores más afortunados suelen encontrar algunos individuos de esta especie que miden entre los 3 y 4 metros de largo, aunque el mayor martillo gigante jamás observado se haya registrado entre los 5,50 y los 6,10 metros de longitud (Compagno in prep. B 1994). Se trata sin duda de un magnífico animal que la internacionalmente reconocida fotógrafa submarina Tanya Houppermans muy bien conoce y aquí refleja en sus fotos, cordialmente cedidas para ellibrito.es, y para este artículo en particular.

La cornuda S. mokarran es fácilmente reconocida por su cabeza grande de martillo, con su margen anterior casi recto cuando adulta, y por una primera aleta dorsal con punta trasera delante de los orígenes de la aleta pelviana; tiene su segunda aleta dorsal alta con el margen posterior fuertemente cóncavo y el margen interno corto. Se reproduce de forma vivípara y tras una gestación de 11 meses las hembras pueden dar a la luz entre 6 y 42 crías, dependiendo de su tamaño. La edad media de la madurez de la especie es entre los 5 y 6 años, pudiendo vivir (si tienen suerte) entre los 42 y 44 años.

Aquí en, las aguas del archipiélago canario pueden observarse con alguna fortuna otras dos especies de tiburones martillo que a veces originan alguna confusión en su correcta identificación. Debido a su timidez no permiten acercamientos demasiado “íntimos” con los humanos; esto puede ocurrir puntualmente por distintos factores: por la refracción de la luz en la superficie del mar o por agitación de las aguas de superficie, hecho que conlleva que la observación de un martillo desde una embarcación aquí, en Canarias, no garantice que se pueda reconocer de pronto de qué especie se trata.

Hablamos de las especies Sphyrna lewini y Sphyrna zygaena. Ambas pueden cruzar las aguas canarias y muchas veces se confunden, pues los detalles de identificación visual son tan discretos que uno puede encontrar dificultad en clasificarlos a primera vista desde una embarcación. En el pasado mes de marzo ha sido público que se han podido observar en el archipiélago desde un barco, grupos de dos o tres decenas de tiburones martillo nadando cerca de la superficie, pero por las fotos facilitadas cualquiera puede tener dudas al clasificarlos. Los tiburones de estas especies se congregan muchas veces en alta mar sobre montes submarinos y cerca de islas, demostrando una considerable gama de comportamientos sociales, de los que hablaremos en un próximo artículo.

A los tiburones S. lewini, de nombre “tiburón martillo común” o “cornuda común”, les gusta más nadar en aguas tropicales y subtropicales de todos los océanos, desde la superficie hasta profundidades que llegan hasta los 280 metros, siendo aquí en Canarias más fácilmente observado en los meses de verano y hasta finales de octubre y principios de noviembre. El S. lewini puede llegar a tener 4,20 metros de longitud, con una cabeza ancha y fina, presentando la margen anterior de la misma ampliamente arqueada en los adultos. Su primera aleta dorsal tiene origen sobre o detrás de las inserciones de la aleta pectoral y la punta trasera libre delante de la aleta pélvica. La segunda aleta dorsal es baja, con su margen posterior débilmente cóncavo. La punta trasera de la caudal superior es bastante recortada y las aletas pectorales son más oscuras o de punta negra.

De reproducción vivípara, como todos sus parientes cercanos, y con una gestación que varía de 9 a 12 meses, las hembras S. lewini pueden dar a luz entre 20 y 50 crías con longitudes entre los 31 y los 57 cm (Oliveira et al., 1997). La edad media de su madurez reproductiva está entre los 10 y 15 años, pudiendo con suerte vivir hasta cerca de 30 años (Piercy et al., 2007).

Normalmente, los tiburones S. zygaena, de nombre común “martillo liso” o “cornuda blanca”, buscan unas aguas más templadas y se acercan también más a la orilla. De hecho, entre las diez especies hoy conocidas este es el tiburón martillo que mejor tolera aguas más frías, y pueden llegar a los 4 metros de longitud. Viven normalmente entre los 0 y los 30 metros, aunque existen registros de profundidades de hasta 200 metros. Se les reconoce por su cabeza de martillo grande, ancha y angosta, con un margen anterior de cabeza ampliamente arqueado en los adultos. Sus dientes poseen cúspides muy amplias y borde liso débilmente dentado; la primera aleta dorsal tiene una punta trasera libre delante de los orígenes de la aleta pelviana, y la segunda aleta dorsal igualmente baja con margen posterior débilmente cóncavo. La punta trasera de la caudal superior es ligeramente menos recortada que en los S. lewini y las aletas pectorales son comparativamente menos oscuras.

Las cornudas blancas son también vivíparas y, tras una gestación de 10 a 11 meses, las hembras zygaena pueden tener entre 20 y 50 crías, llegando a la madurez a partir de los 2,10 y los 2,40 metros de longitud. Se calcula que su esperanza de vida es relativamente de las más cortas entre los martillos, probablemente pasando poco más de los 20 años (Florida Museum of Natural History, 2008).

Uno de los aspectos curiosos que caracteriza el conocimiento que tenemos de la pequeña familia de los tiburones martillo es que, quizás por su aspecto tan particular, son de las especies de escualos con más investigación científica publicada hasta hoy. Son también de los elasmobranquios más modernos que todavía podemos observar en el medio ambiente natural. Se supone actualmente que su cabeza de martillo ha evolucionado hacia esta forma en ‘T’ para poder adaptarse mejor a su alimentación preferida. De hecho, poseen un área en sus hocicos bastante mayor que los otros tiburones lo que les permite tener más espacio disponible para alojar ampullae de Lorenzini (los órganos sensoriales de los tiburones que funcionan como electrorreceptores altamente avanzados). Su cabeza es una central receptora y procesadora de la más avanzada biotecnología que hoy se conoce en la naturaleza. Además, la forma de martillo de su cabeza les proporciona algunas otras ventajas funcionales verdaderamente impresionantes, como son los ahorros energéticos en su desplazamiento, o cómo utilizan su hocico como pala auxiliar para levantar la arena bajo la cual se esconden sus principales presas.

Con respeto a su alimentación, sabemos que todas las diez especies de esta espectacular familia de tiburones martillo, además de buscar calamares para su nutrición, gran parte de las presas que se procuran está constituida por cualquier tipo de animales que pueden estar enterrados bajo la arena, como cangrejos, varias especies de peces dermesales (es decir, que suelen vivir cerca del fondo del mar) donde se incluyen diversas especies de tiburones y rayas (Last and Stevens, 1994).

Se han podido observar nadando como en zigzag continuamente sobre los fondos de arena, para inspeccionar una zona más amplia con sus hocicos bien equipados de ampullae de Lorenzini, como “barriendo con su detector de metales” a fin de descubrir dónde se camuflan sus presas. Por cierto, próximamente os contaré aquí un interesante episodio ocurrido en aguas de Fuerteventura, donde hemos descubierto que “nuestros angelotes” pueden igualmente ser víctimas de sus mandíbulas. Pero eso ya en el mes de mayo. Hasta entonces.

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