Por Gianfranco Costa, majorero de adopción.

¿Conocen ustedes esa sensación de cuando hay algo que no cuadra? Pues es exactamente lo que acaba de pasarme. Más, me siento ofendido por las propias instituciones públicas de Fuerteventura y de Canarias. Vamos por partes.

La primera noticia curiosa se publicó hace más de un año en un medio digital local: “El Cabildo de Fuerteventura, a través de la Consejería de Medio Ambiente, que dirige Natalia Évora, ha editado 2000 folletos de una campaña de concienciación ambiental en la que se informa a residentes en la isla y turistas sobre el peligro que conlleva alterar el entorno natural. El folleto, que está disponible en inglés y español, se distribuirá en alojamientos turísticos, puntos de información turística de los ayuntamientos y entidades públicas, y alerta sobre los problemas que generan determinadas acciones en el ecosistema insular, llegando a acarrear infracciones penales”. [http://www.fuerteventuradigital.net]

Me partí de risa al leer esas frases, pero todavía no me sentía enfadado. En efecto, ya en el tiempo de la propia Biblia alguien escribió que a veces es cosa sabia actuar de forma “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”, así que, aunque ateo hasta la médula y con una sonrisa amarga en los labios, sigo relacionando cosas.

Siempre más o menos hace un año, la revista Fuerteventura Magazine Hoy publicó un artículo escrito por el propio director de la Reserva de la Biosfera de Fuerteventura, Tony Gallardo, a propósito de uno de los temas que más me intrigan: las huellas que los antiguos majos dejaron en el archipiélago y en nuestra isla en particular. Poco antes de que se acabara el texto, aquella sonrisa amarga empezó a transformarse en ganas de gritar, precisamente cuando llegué a leer lo siguiente:“… tomado por un simple corral de cabras, representa el mayor círculo de piedras hincadas de Canarias con más de 40 m de diámetro, piedras de grandes dimensiones en doble círculo y pavimentado en alguno de sus tramos. Este círculo mágico se encuentra situado en la degollada de La Caldereta. Hoy, por desgracia, está atravesado por una carretera secundaria construida tan solo hace unos años por el Cabildo”. ¿Cómo qué por el Cabildo?

¿Hablamos del mismo Cabildo, el de los dos mil folletos que acabo de citar?

De repente las ganas de gritar se hicieron incontrolables, tanto que me resultó imposible no hacerlo, y lo hice con tanta rabia que mis vecinos vinieron a preguntarme si me había pasado algo. Hijos de la gran política como estos difícilmente se encuentran a lo largo del planeta.

Esa gente es la misma que, si le das a gestionar un tesoro de inestimable valor como la montaña sagrada de Tindaya, un monumento natural, no saben hacer otra cosa que intentar destruirlo, favoreciendo de esa manera las tramas mafiosas de la venta de traquita de la que está hecha (espero que por ignorancia, me temo yo que por complicidad). En Tenerife hay un hotel muy famoso enteramente forrado por lajas de esa traquita; incluso parece que el edificio del Tribunal de Fuerteventura, según lo que me cuentan algunos conocidos, fue rematado de la misma manera. ¿Será verdad?

Los de nuestro Cabildo son los mismos caballeros a los que tanto les gusta seguir adelante con la fácil política electoral del ladrillo, los que cuando pasan al lado de las horribles hiladas de casas verdes vacías, de cuya belleza extrema se puede gozar desplazándose en coche desde la capital hacia el aeropuerto echando un vistazo a mano derecha (en la foto arriba), evidentemente miran hacia el otro lado.

Siguen surgiendo nuevas urbanizaciones en el clásico punto del medio de la nada, lugares a los que después de su construcción hay que dotar de conexiones de transporte, paradas de guaguas, tendidos eléctricos, alcantarillado y redes de agua, alimentando el entramado más que discutible que no deja de crear a diario nuevas monstruosidades urbanísticas. Y además, con todas las otras urbanizaciones ya edificadas, obviamente la mitad de ellas vacías, verdaderas locuras en términos de desarrollo urbanístico.

Si se transforma esta isla, que de por sí es una maravilla natural, en una isla cualquiera, totalmente dominada por el cemento, vamos a perder nuestra máxima fuente de financiación, es decir, el turismo.

Son los mismos administradores los que quieren destruir el suelo rústico de Canarias a través de la dichosa “ley de suelo”, un verdadero insulto a la planificación urbanística y a la gente honrada y honesta. La vuelta al lejano oeste.

Y ahora la guinda del pastel, un artículo publicado el pasado mes de enero por la revista El Diario de Fuerteventura: “Crónica de una muerte anunciada por falta de una gestión correcta en la planificación turístico-urbanística. Esta situación cumple el refrán de matar la gallina de los huevos de oro, ya que el verdadero recurso natural de Sotavento, su playa, desaparece día a día, por culpa de la barrera que han creado hoteles, apartamentos y la autovía, que impide la dinámica normal de la arena. Como en la famosa novela de García Márquez, la desaparición de las dunas en la playa de Sotavento es la crónica de una muerte anunciada. El profesor de Ciencias del Mar Ignacio Alonso Bilbao, investigador del Grupo de Geología Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), determinó en 1997 una de las principales razones científicas del porqué de la desaparición del sedimento en las dunas y la playa de Sotavento, en el Parque Natural de Jandía”.

Estoy tan feliz por tener gente de ese nivelazo administrando nuestro patrimonio natural y cultural que no puedo evitar pensar en una metáfora que me parece muy adecuada. Mateo 7-6: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen”. Perlas a los cerdos.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.