
Por Fernando Frias Reis, fernandotiburones@gmail.com. Shark Advocate en las organizaciones: Alianza Tiburones Canarias, Sharks Atlantic Platform y Sharks Educational Institute.
Tal como comentaba en la anterior edición de ellibrito.es en la que empecé a hablar de los tiburones martillo, muchas veces por la forma de su cabeza también son apodados entre los pescadores como “peces martillo” o más simplemente “cornudas”.
Efectivamente, es por la forma de su cabeza en “T” o “martillo” que estos raros animales son tan fácilmente reconocibles entre todas las demás especies de tiburones. Actualmente están científicamente identificados más de 520 especies distintas de este grupo de peces, pero todavía muy poco se conoce de ellos. La imagen de los tiburones como peligrosos y amenazadores que muchas veces llega a la opinión pública está principalmente basada en los mitos del miedo a lo desconocido que al cine de suspense más comercial le gusta explotar de forma tantas veces dramática.
En este espacio de información procuro compartir siempre el conocimiento más actualizado y validado de algunos de los datos más curiosos sobre las especies de tiburones que habitan nuestros océanos, de las cuales dependemos todos.
Este mes seguiremos hablando aquí no solamente de una especie sino de una familia compuesta por diez especies distintas de tiburones que como ya dijimos vulgarmente se conocen como “pez martillo”, “cabeza de martillo”, “cornuda” o, en algunos puertos del sur de la península, también como “guardia civil”. En el contexto de la evolución de los condrictios (tiburones, rayas y quimeras, con más de 450 millones de años de evolución), las especies de martillo actualmente conocidas constituyen la familia que más recientemente ha divergido de todas las otras especies de tiburones hace tan solo 5 millones de años.
Como adelantábamos en la primera parte del artículo, por lo que se ha observado estos animales se encuentran ocasionalmente en congregaciones en alta mar sobre montes submarinos y cerca de islas, previas a padrones de desplazamientos migratorios, y demostrando una considerable gama de comportamientos sociales. Sus movimientos y las preferencias en relación con un hábitat central están ampliamente documentados para algunas especies de martillos. Sin embargo, las razones de tales comportamientos son en general desconocidas. Parecen utilizar la montaña submarina como una especie de base de orientación y se han observado largas migraciones siguiendo como rutas submarinas entre bajas (montes submarinos).
Se supone que son diversos los motivos de sus congregaciones y migraciones grupales. En primer lugar, algo que se tiene por cierto hoy es que uno de los motivos más importantes para sus migraciones es conseguir temperaturas adecuadas para mantener su calor corporal, normalmente de las aguas más calientes hacia las más templadas (el inverso no está confirmado), y ocurren cuando las aguas empiezan a cambiar su gradación. Muy posiblemente, las observaciones de grupos de martillos en el archipiélago canario que citaba el pasado mes de marzo se han dado por ser una época de subida de temperatura del agua. La especie entonces observada, la cornuda blanca o Sphyrna zygaena, es más habitual en aguas templadas que en aguas tropicales o semitropicales, por lo que el mes de marzo será por cierto normalmente la época de su partida hacia aguas más frescas, al norte.
Algunas de estas congregaciones pueden reunir muchas veces más de un centenar de individuos, dominadas normalmente por animales de sexo femenino. Se congregan en torno a una hembra, normalmente mayor, que es rodeada por otras más jóvenes. Los machos se quedan algo más alejados del centro, sometidos a una posición más exterior en estas ocasiones. A pesar de ello, no es cierto que estas reuniones puedan estar asociadas a procesos de selección reproductiva, pues estas manadas integran igualmente juveniles aún menores para emparejarse.
Lo que sí se sospecha es que la reunión de cornudas alrededor de los montes submarinos (las bajas) y los movimientos de algunos tiburones en las aguas más allá de este punto pueden estar relacionados con su respuesta a los campos magnéticos, hecho posible por la presencia de sus electrorreceptores en la parte inferior de sus raras cabezas (P. Klimley, 2002), permitiéndoles una orientación más fácil en sus migraciones.
Por otra parte, es un hecho que se reúnen en el monte submarino durante el día pero se alimentan en otros lugares por la noche. Salen de la zona solos o en pequeños grupos y nadan por el océano durante kilómetros para alimentarse de otros animales que se encuentran en los fondos de arena como algunas rayas, calamares e incluso otros tiburones. Al inicio del día vuelven a las bajas submarinas, generalmente siguiendo los mismos caminos con una regularidad impresionante.
Decíamos también en la primera parte de este artículo dedicado a esta familia de tiburones que recientemente había ocurrido un curioso episodio en aguas majoreras, con la identificación de un angelote (Squatina squatina) que había sido víctima de las mandíbulas de un tiburón martillo.
A finales del pasado mes de febrero recibía desde Fuerteventura algunas imágenes extraordinarias de un tiburón ángel que presentaba una gran herida, aparentemente causada por una fuerte mordedura de otro depredador. Habían sido tomadas un viernes por la mañana por mi amigo Volker Berbig, del centro de buceo Deep Blue en Caleta de Fuste, y la gran pregunta era obvia: ¿Qué podría haber hecho eso a este desafortunado tiburón ángel?
Empecemos por los hechos. El tiburón sometido a esta investigación ha sido identificado como una hembra de tiburón ángel (Squatina squatina) adulta, con una longitud de 160 cm. Este angelote ha sido registrado en reposo y posteriormente en natación en torno de las 10:30 h de la mañana, sobre un fondo mixto de arena y rocas, a una profundidad de unos 4 m, muy cerca del «arrecife» de la Marina del Castillo, en Caleta de Fuste, Fuerteventura.
Como se puede ver en las fotos sacadas por Volker Berbig (director ejecutivo del centro de buceo Deep Blue), la herida presentada por esta hembra tiene claramente la forma semielíptica de una mandíbula. También sabemos que esta especie de tiburón, el S. squatina, raramente se acerca a la superficie y no caza persiguiendo a sus presas. Así que se concluye con seguridad que esta herida no fue provocada por una hélice de ningún motor o barco.
Tras una observación más atenta, queda perfectamente claro que el tiburón ángel ha sido mordido dos veces.
La primera mordida fue la más profunda y provocó el corte de la aleta pélvica derecha del angelote. Esta mordedura fue hecha para matar. Los bordes de la herida parecen totalmente deshilachados. Por lo tanto, la hembra de tiburón ángel fue sorprendida y resultó gravemente herida. Posiblemente estaba tumbada en el fondo de arena y no tuvo tiempo suficiente para intentar escapar o nadar antes de que llegara el peligro. Esto nos ha permitido creer que estaría enterrada y camuflada en cualquier fondo de arena alrededor del muelle, tal vez esperando a una presa o haciendo un período de reposo digestivo cuando fue atacada.
Luego viene una segunda mordida, tras la que el tiburón ángel ha luchado y se ha liberado. Se pueden ver las marcas en las fotos de la aleta pectoral, mordedura que ha sido probablemente usada para tratar de retener mejor a la presa. Esta segunda vez, los dientes del depredador no fueron tan profundos y la pobre hembra angelote tuvo la fortuna de conseguir liberarse… ¡Seguramente con todo el poder que tenía y a su máxima velocidad!
Sabemos que a los tiburones ángel les gusta quedarse ocultos camuflados bajo la arena. Su instinto y experiencia de vida les enseña que a pesar de los hechos narrados, estar enterrado bajo la arena es la mejor manera de escapar de los depredadores y también de cazar sus presas (ver el artículo https://ellibrito.es/los-tiburones-tiburon-angel-angelote/). Muy buen lugar para camuflarse pero, por desgracia, sus depredadores también lo deben conocer.
También sabemos que las presas principales y la nutrición de los tiburones martillo son cualquier tipo de animales que pueden ser enterrados bajo la arena, como varias familias de peces diferentes e incluso diversas especies de tiburones y rayas. De hecho, los tiburones martillo han desarrollado sus cabezas para disponer de una área grande en sus hocicos, teniendo así espacio para más ampullae de Lorenzini (los órganos sensoriales de los tiburones que funcionan como electrorreceptores altamente avanzados, como explicamos en el artículo Los tiburones martillo – Parte I, del pasado mes de abril).
Así que podemos llegar a la conclusión de que lo que ocurrió es que algún tiburón martillo buscaba sus presas bajo el fondo la noche anterior a la vista de este tiburón ángel y, sintiendo el corazón del mismo latiendo bajo la arena, trató de cazarlo como si fuera alguna raya u otra pequeña criatura. La falta de nitidez de la herida presentada por la hembra de angelote habla sin duda de un tiburón martillo cazando.
Las especies de martillo más comunes que se encuentran en las islas Canarias, donde esto sucedió, son la cornuda blanca (Sphyrna zygaena) y el martillo común (Sphyrna lewini) Ambas cazan tiburones y rayas, y por eso es seguro que tienen poderosas mandíbulas para hacer ese tipo de corte. Obviamente, los depredadores conocen muy bien a sus presas. Si tenemos en cuenta el comportamiento y todo el entorno, no hay duda de que se trataba de un episodio de caza de algún tiburón martillo para su cena, pues sabemos que lo hacen más habitualmente durante la noche. El color de la herida a las 10:30 h de la mañana denuncia un ataque ocurrido pocas horas antes.
Todo lo anterior se refuerza si tenemos en cuenta la época del año, la temperatura del agua en torno a los 18º C, y por el hábitat conocido del S. zygaena que vive entre los 0 y los 30 m; todo indica que el primer sospechoso de haber sido el depredador que acababa de «probar» su cena estaba identificado. Efectivamente, después de estudiar algunas medidas de la mordedura y considerando la longitud de esta hembra, es posible declarar con un alto grado de certeza que el animal que ha provocado esa herida ha sido un tiburón martillo liso, o cornuda blanca (Sphyrna zygaena), de entre 2,25 y 2,85 m de longitud.
Pasadas unas semanas después de este registro, hemos tenido conocimiento de que esta hembra había muerto, por haberse encontrado su esqueleto, aún fresco, en los alrededores del lugar donde mi amigo Volker Berbig del Deep Blue Diving Centre, había hecho las fotos.
A modo de conclusión del presente artículo sobre tiburones martillo, y tal como ocurre para muchas otras especies de tiburones, es importante referir que diversos estudios de todo el mundo ya han demostrado que, debido a sus características biológicas, son extremadamente vulnerables a la presión de la pesca y, una vez que las poblaciones están sobreexplotadas, son extremadamente lentas para recuperarse.
Tres de las diez especies de tiburones martillo existentes están actualmente bajo la protección del Anexo II de la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), que es un acuerdo concertado entre los gobiernos de más de 180 países, para velar por la supervivencia en este caso de animales como la cornuda blanca (S. zygaena); el martillo común (S. lewini); y el martillo gigante (S. mokarran).
Son los mismos pescadores quienes en sus capturas confirman que las variedades que antes eran comunes son ahora raras o han desaparecido por completo. Actualmente se cree que más de 70 millones de tiburones siguen siendo capturados cada año en todo el mundo, exclusivamente por sus aletas.
Efectivamente, por una parte también debido a sus patrones migratorios y congregaciones estacionales (tan predecibles anualmente, tanto en el aspecto temporal como espacial de sus movimientos) se cree hoy que estos tiburones están más en riesgo de sufrir amenazas por parte de la pesca ilegal de lo que se pensaba anteriormente.
Pero por otra parte, es igualmente importante saber estos patrones pues esta información nos permitirá a todos los conservacionistas marinos influenciar de forma más correcta sobre la regulación de la pesca, y así mismo ayudar a mejorar la protección de estos icónicos animales. Como especies clasificadas como vulnerables y en peligro de extinción, los tiburones martillo de que aquí he hablado necesitan desesperadamente una gestión eficaz de conservación que solo con más conocimiento se puede conseguir.