Influencia de la luna

Todos los cambios en la Naturaleza son cíclicos. Un poco como con la vieja pregunta de que si ha nacido antes el huevo o la gallina, puede surgir la pregunta de que si es el pasar del tiempo a determinar ritmos y repeticiones o si más bien el acto de dividir el tiempo sea fruto de nuestra necesidad de enmarcar diferentes fenómenos. Es decir, ¿Física o Esoterismo? La cosa se complica, sin duda. Se llega a la suposición moderna de que el tiempo no exista y de su relatividad. Pero queda inconfutable que, por lo menos en nuestra dimensión del Aquí y Ahora, ciertas cosas pasan y cambian, y que se reconocen unos ciclos naturales repetidos al infinito. Incorporarse en estos ciclos significa entrar en una fluidez antigua como el cosmo.

Charles Darwin, agnóstico como era, reconocía en su trabajo clásico «Sobre los orígenes del Hombre» que los humanos, como los demás mamíferos, las aves, los insectos y toda la vida terrestre, todos estamos en nuestro metabolismo influenciados por la luna. Realmente fue una re afirmación de algo que ya se había simplemente sabido mucho antes. Solo se trataba de entender cómo funciona. El instinto podría indicarnos el camino si hubiéramos quedado más cercanos a nuestro sexto sentido biológico y conservado la sana costumbre de observar.

Los esquimales distinguen 40 tipos de nieve según cómo y cúando cae y para sus iglús eligen solo un par de ellas. Los pájaros saben que las ramitas recolectadas en ciertos días secan más rápidamente, después de una lluvia por ejemplo, por lo que son éstas las que cogen para sus nidos. Los calendarios antiguos se basaban en los ciclos lunares. La misma fecha de la famosa resurrección de Cristo, la Pascua, varía de año en año según la primera luna llena después del equinoccio de primavera.

En el siglo pasado las nuevas generaciones sonreían de las «supersticiones» agrícolas de padres y abuelos, ya que las modernas tecnologías prometían precisión y ahorro de trabajo. Sin embargo se notan unos fracasos. Un ejemplo, la eterna lucha sin gloria de los pesticidas, cuando antes se sabía que las plantas sembradas en cierto momento y en cierta combinación de cercanía entre ellas evitan de por sí en gran medida parásitos y plagas.

Así mismo la experiencia había enseñado que:

– La madera cortada en el momento equivocado no quema bien (parece que la que se corta después del atardecer del primero de mayo no quemará para nada…)

– Las papas cosechadas y almacenadas en el momento justo se mantienen por meses, si no, se ponen malas mucho antes.

– Las plantas aprovechan de manera bien diferente el riego en un día o en otro.

– De la misma cantidad de aceitunas se extrae más aceite en ciertos días. Y así delante…

Está comprobado que los rayos lunares penetran en el suelo de nuestro planeta más profundamente que los del sol. Tienen diferente intensidad dependiendo no sólo de las fases lunares, sino de diversos otros factores.

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