Por Leila Umpiérez Flores, licenciada en Biología Animal y Ambiental. leydelei@hotmail.com
Alcaraván común
Este mes quisiera hablar de un ave un tanto misteriosa, se trata de una limícola (*) que por su canto ha recibido muchos nombres vernáculos. En zonas rurales es común escucharla pero se hace más difícil verla, ya que es un animal con actividad nocturna y crepuscular. Me refiero al alcaraván común (Burhinus oedicnemus), también conocido como pedroluís, pirulí, pardal…
En Canarias hay dos subespecies endémicas; en las islas occidentales la subespecie B.o.distinctus (aproximadamente 500 parejas) y en las islas orientales, incluidos sus islotes, la subespecie B.o.insularum, más numerosa que la anterior (entre 750 y 5.200 parejas).
El alcaraván es un ave esteparia cuyo plumaje se mimetiza muy bien con el ambiente, pasando desapercibida. Tal es así que de día suele estar agazapada tras algún mato y no se mueve salvo que se vea en peligro, en cuyo caso camina discretamente o alza el vuelo. Incluso puedes pasar al lado de ella y no verla.
Como su nombre científico indica, traducido del latín, viene a significar “ave de pico grande y tobillos gruesos”. Es de mediano tamaño, suele tener unos 40 cm de longitud y unos 80 cm de envergadura, tiene unas patas largas y amarillas, el pico es largo, amarillo y con la punta negra en adultos; posee grandes ojos también amarillos que destacan en la cabeza bordeados por dos franjas blancas. El cuerpo es pardo, de colores ocres moteados de negro, con la parte inferior blanca, al igual que una franja que lleva en el ala.
Sin duda lo más característico del pedroluís es su canto, que se oye principalmente en primavera y verano, sobre todo en épocas de cortejo y cría. Es así como se llaman unos a otros para encontrarse en la oscuridad. Su reclamo es algo así como “cur-li-liii, cur-li-liii”, bastante fuerte, lastimero e inconfundible, que parece que llamara “ Pedro Luuiiiis, Pedro Luuuiiis”.
La especie es bastante común, se extiende por Europa occidental, Indochina y norte de África. A pesar de su amplia distribución en las islas Canarias, solo es abundante en Fuerteventura y Lanzarote, habitando ambientes abiertos como llanos pedregosos, jables de arena, bordes de malpaíses o cultivos, incluso dentro de los pueblos donde es fácil escucharlo al atardecer.
Nidifica por lo general entre los meses de enero a junio y suele utilizar los mismos lugares de cría. El nido es construido por ambos progenitores en una pequeña depresión en el suelo al lado de algún mato o piedra, que rodean de más piedras pequeñas y conchas. La puesta generalmente es de 2 huevos y la incubación, que la realizan machos y hembras, dura unos 25 días. Tras la época reproductora suelen concentrarse en grupos numerosos y visitan las mismas zonas año tras año. La población canaria suele ser sedentaria, pero de otras zonas del continente llegan ejemplares migratorios.
Se alimenta básicamente de invertebrados como gusanos, insectos, caracoles o arañas, y también de pequeños lagartos.
Esta ave ha sido objeto de varias creencias populares que varían según la zona, ya que a pesar de no verse se hace notar con su canto, el cual tiene numerosas interpretaciones, como por ejemplo anunciador de que se va a levantar viento. En Europa, por sus grandes ojos y su pico amarillos, se creía remedio para la ictericia; por su carácter nocturno le rodea un halo de misterio y en algunas zonas se la ha considerado ave de mal agüero, como emisario del alma, avisando de que la muerte anda cerca,…Nada más lejos de la realidad, ya que si no es en la época nupcial, se suele escuchar su reclamo como alerta de algún peligro por la noche.
Su previsible evolución en algunos lugares como Tenerife y La Palma es negativa, principalmente por la destrucción y fragmentación de sus lugares idóneos de hábitat, hecho que también ocurre en las islas orientales aunque en menor medida. Siendo esta su principal amenaza, también se ve afectada por la caza ilegal, la depredación por gatos salvajes, sobre todo en la época posreproductora, y el pisoteo de nidos por el ganado. Además, el hecho de que su mayor actividad se produzca en el ocaso y al amanecer hace que haya un gran porcentaje de mortalidad por atropellos en carreteras y por chocar con tendidos eléctricos. Es así que en el Libro rojo de las aves de España se considera a las dos subespecies canarias “en peligro”.
(*) Aves limícolas: las que se alimentan en el limo.