Por Leila Umpiérrez Flores, licenciada en Biología Animal y Ambiental. leydelei@hotmail.com
Cría fama y échate a dormir: el cuervo canario
Perseguida y repudiada por generaciones enteras debido a su mala reputación, lo cierto es que esta ave es de las que más contribuyen al equilibrio del ecosistema canario.
Llega noviembre y nos sorprende celebrando Halloween desde la noche anterior, la noche de brujas, del terror… y siempre ha habido un ave que se ha relacionado con toda esta temática del miedo: los cuervos. Según la creencia popular son anunciadores de malos presagios y muertes, están ligados a brujerías, tienen fama de inteligentes ladrones, de tenebrosos y oscuros; a lo que se suma la película Los pájaros (The Birds), de Hitchcock…, Así que sobre ellos va el artículo de esta edición. Los cuervos que tenemos en las Islas Canarias (Corvus corax canariensis) son una subespecie endémica. Los podemos encontrar en todas ellas, ocupando distintos ambientes desde la costa hasta las montañas y, aunque en el pasado eran muy abundantes (600 parejas), a mediados del siglo XX comenzaron a disminuir los ejemplares; en la actualidad en algunas islas es difícil de observar ya que sus poblaciones van en drástica regresión.
Los datos más recientes estiman en Lanzarote entre 36 y 55 parejas; en Fuerteventura entre 70 y 160; en Gran Canaria entre 20 y 25; en Tenerife unas 10 parejas; en La Palma entre 25 y 30; y en la Gomera y en el Hierro alrededor de unas 100 parejas. Se trata del paseriforme (ave cantora) de mayor tamaño, con unos 64 cm de longitud y unos 120 cm de envergadura. Es completamente de color negro metálico, con pico robusto y patas también negras. Su canto es bastante peculiar, fuerte y ronco, y son capaces de producir numerosos sonidos, incluso de imitar palabras y otros ruidos que escuchan en los ambientes en que viven. En vuelo se observa su cola en forma de cuña que nos sirve para no confundirlo con las aguilillas (con cola en forma de abanico) si lo vemos lejos. Crían entre febrero y abril, ponen sus huevos (de 3 a 7 de color azulado) en acantilados, grietas y cuevas, sobre grandes nidos que hacen con ramas, plumas y pelos. Son las hembras las que incuban la puesta, y ambos progenitores alimentan a los pollos hasta que estos abandonan el nido.
Tienen bien ganada fama de inteligentes y oportunistas ya que son capaces de adaptarse a casi cualquier ambiente, con una alimentación muy versátil, capaz de alimentarse de muchas cosas, desde granos y semillas, frutos, plantas, a invertebrados y mamíferos pequeños, carroña, otras aves y sus huevos. Es quizás por este motivo, su apariencia y su habilidad para alimentarse con especies útiles al ser humano, lo que ha propiciado su persecución mayoritariamente en el pasado. Según recoge el ornitólogo y naturalista César Javier Palacios en un artículo en la crónica verde sobre estas aves, en las Actas del Cabildo de Fuerteventura de 1773 se pedía a los vecinos que entregaran las cabezas de 4 cuervos en cada mano durante el mes de agosto y se les pagaría por cada uno, para acabar con ellos por el daño que causaban en plantaciones y ganados.
En El Hierro, donde en el pasado se utilizaban sus pollos como alimento, son de vital importancia para el mantenimiento de la Dehesa y sus sabinas (1), gran reclamo turístico en la isla, ya que son estos pájaros necesarios para la germinación de las semillas después de la ingesta de sus frutos. Pero no es sólo la mala fama que los persigue y por la cual han sido abatidos, sino que también padecen otras amenazas como impactos con tendidos eléctricos, disminución y fragmentación de su hábitat, competencia con las gaviotas, envenenamientos, etc. La subespecie endémica canaria, por lo cual única en el mundo, está catalogada como “en peligro de extinción” en el Libro rojo de las aves de España.
Por tanto son los cuervos canarios una joya más de la fauna de nuestro archipiélago, muy importantes para nuestro ecosistema como dispersadores de semillas de especies de plantas endémicas; por otra parte, al igual que el guirre, limpian los restos de animales muertos, e incluso en algunos miradores de nuestra isla, se convierten en atracción turística ya que, a pesar de ser muy cautelosos, tienen curiosidad y se acercan bastante a cambio de alguna golosina. Otra ave que en vez de temer deberíamos admirar y proteger.
(1) Arbusto pequeño de la familia de las Cupresáceas.